Sin poder guardar los fantasmas

julio 30, 2012
Maquis

Rubén Buren

(dirigida por Paloma Pérez Montoro)


Argumento
España,1949. Miles de guerrilleros republicanos aún se esconden en los montes sin abandonar la lucha. Mientras, en los pueblos conviven vencedores y vencidos, enlaces de la guerrilla y delatores, y donde las familias y el amor están marcadas por odios, envidias y ganas de olvidar heridas recientes.
A pesar de las lecciones de historia del instituto, acudí a ver esta obra sin saber qué era el "maquis". Para que luego digan que solo se aprende estudiando... El título de esta función no me llamaba demasiado, pero alguien cuya opinión valoro mucho me aseguró que me gustaría.
Y no se equivocó.

Tras el canto a la libertad de Labordeta, la historia comienza con un soldado de la resistencia leyendo un papel de propaganda política republicana. Y leer, lo que se dice leer, el pobre Machete (interpretado por Alberto Casas) lo hace con dificultad. ¿Por qué? Porque no es más que un pobre campesino sin estudios, como bien dice el panfleto: "Vuestros hijos no tienen escuela".
A pesar de la ignorancia, diez años después de haber perdido la guerra, aún quedan hombres del bando de izquierdas escondidos en los montes que forman una resistencia contra los civiles: el maquis. A pesar de estar condenada al fracaso, la guerrilla trata de dar sus golpes y sus integrantes tratan de evitar por todos los medios que les capturen y les lleven al cuartelillo (donde tras infinidad de torturas, les ejecutaran).

Paloma Pérez Montoro nos presenta una obra en la que quedan perfectamente representados los odios de los pueblos.
Tenemos dos escenarios principales. El primero es la casa de Pilar (interpretada por la directora), una mujer más bien de derechas que lo único que quiere es vivir a la vieja usanza y darle un futuro decente a su hija Sagrario y que no termine muerta como su otro hijo a causa de la política. Para ello, llega incluso a delatar al novio de su hija, aún a sabiendas del riesgo que pueden correr las dos.
En esa casa, además de la madre y la hija vive Adela, la novia del hijo fallecido, que es una mujer de izquierdas que ayuda a los hombres del monte en todo lo que puede. Por ejemplo, en un momento dado, lanza un puñado de panfletos hacia los espectadores (uno de los cuales es el de la imagen).
Además, en ocasiones, se presentan las vecinas Eudosia (Marta Zubiría) y Petra (Ana Salas), que representan a unas mujeres típicas de pueblo y que disfrutan con los cotilleos a más no poder. No quieren meterse donde no les incumbe, pero no les importa echar leña al fuego.

En el monte, tenemos a Machete y a Anselmo (Rafael Gallardo), dos personajes totalmente opuestos. El primero sigue a pies juntillas todo lo que ordena el Comandante (Alex Cremades) y el partido y no tiene ningún escrúpulo a la hora de de matar a un nacional. Por otro lado, Anselmo -al que llaman más de una vez burguesito- tiene dudas y no está del todo convencido de seguir haciendo lo que se le ordena y es incapaz de matar a un reo (Igor Estévez). Anselmo está enamorado de Sagrario y, en el fondo, como ella, lo único que quiere es largarse y vivir junto a ella una vida digna. Es preciosa la escena del sueño en la que él baila con su amada mientras una figura vestida de negro -alegoría de la muerte- danza a su alrededor con un pañuelo flamenco ondeando tras ella.

Raquel Mirón (interpreta a Sagrario) ha sido un gran descubrimiento. Con lo pequeña que parece al principio entre todo el elenco, al final se come el escenario y su delgada figura conmueve al espectador. Su sencillez y sus deseos juveniles -y al mismo tiempo maduros- de emprender una nueva vida en la capital, lejos de las rencillas provocadas por la guerra en el pueblo, encandilan. Y su muerte -mientras su personaje murmura que no está listo para morir y que quiere ir a Madrid, emociona profundamente. Esa "poquita cosa" se hace muy grande y más de un sollozo se escucha en el patio de butacas.

La última escena de Lidia de Nova (Adela), llegando demacrada a sentarse al lado de Pilar, la madre de Sagrario, un año después de la muerte de la niña es... Su mirada baja y sus manos caídas muestran el dolor más absoluto, el dolor de haber sido herida física y psicológicamente. Ha perdido el pelo a causa de una visita al cuartelillo. No se dice lo que le han hecho en ese momento, pero se intuye por lo que dice Pilar. Su discurso gira alrededor del hecho de guardar silencio.
Silencio.
Esa es la forma de subyugarse ante algo, de no plantar cara. Simplemente vivir sin protestar, sin plantar cara. Y eso es precisamente lo que esta obra nos ruega que no hagamos. Maquis es una reflexión que se podría extrapolar perfectamente a la actualidad. En el caso de los maquis, luchar una causa perdida realmente no merecía la pena. No era realista; no había gente, ya que acaban de salir de una guerra. Pero... ¿y si la causa no estuviera perdida? ¿Entonces no merecería la pena luchar?

Puntuación del teatrómetro

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¿Dónde y cuándo ha sido representada?

En el Teatro Lagrada del 24 al 29 de julio a cargo de la compañía Serendipia.

Horario:
De martes a sábado: 21 h.
Domingo: 20 h.
! Para más información, pincha aquí.

Foto de la compañía


Canto a la libertad (Jose Antonio Labordeta)

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