CRÍTICA TEATRAL: "El desdén, con el desdén" [CNTC]
Argumento:
El desdén, con el desdén es título y argumento de una comedia fabulosa: Carlos, enamorado de Diana y desdeñado por ella, finge su propio desdén para conquistarla. Sobre esta contradicción, Moreto construye una estructura eficacísima en la que siempre prioriza el juego, abundando las situaciones donde los personajes se ven obligados a mentir, a disimular, a ocultar lo que sienten, conocedor de esa paradoja cruel de la comedia según la cual, cuanto peor lo pasan los personajes, más nos divertimos los espectadores.
La contradicción aflora constantemente en los rasgos adolescentes de los protagonistas: son inmaduros, competitivos, tozudos, vanidosos, egoístas, tiranos, manipuladores y, casi al mismo tiempo, pueden mostrarse juiciosos, generosos, empáticos, delicados, autocríticos, ponderados. Es también contradictorio el modo en que ellos mismos describen los efectos del amor o de los celos en sus propios cuerpos: con turbación adolescente y rigor casi científico. Como si fuesen investigador y cobaya al tiempo.
A carcajada limpia
Hace ya casi un mes que fui a ver casi in extremis este montaje de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico. ¡Y menos mal! Porque El desdén, con el desdén fue una auténtica pasada. No recuerdo haberme reído tanto con una obra clásica desde hace años. Sí, sé que traigo la crítica un poquito tarde, pero bueno... más vale tarde que nunca, ¿no? O eso dicen...
En esta versión de Carolina África del texto de Agustín Moreto, todo comienza con una carrera de caballos, con la que tres jóvenes y apuestos jinetes no solo pretenden disputarse el podio, sino el corazón de Diana (Irene Serrano). ¿El problema? Que Diana no cree en el amor y se niega a casarse, a pesar de que su padre, el Conde de Barcelona (Paco Rojas), desea que lo haga con todas sus fuerzas. Precisamente para eso ha organizado el torneo; para que su hija pueda elegir entre los tres pretendientes que en él participan: Carlos, Conde de Urgel (Nicolás Illoro); Gastón, Conde de Fox (Pau Quero); y el Príncipe de Bearne (José Luis Verguizas).
Debo decir que me ha encantado cómo la autora ha adaptado el texto de El desdén con el desdén, trayéndolo a la actualidad más actual (valga la redundancia), a pesar de establecer el contexto en unos ficticios años 60, pero hablando sobre temas de plena actualidad (la obra original se enmarca en un supuesto siglo XIII con temática del siglo XVII). Por lo tanto, conserva esa brecha entre la época en la que se enmarca la obra y la época desde y de la que, digamos, se nos habla.
Para que el espectador se sitúe en esos años 60 hay dos piezas clave: la música (a cargo de Luis Miguel Cobo) y el vestuario (de Ikerne Giménez). Aunque personalmente a mí me ayudó más la música a enmarcar el tiempo de la acción. Cobo acompaña momentos de la obra con canciones míticas como "My Girl" de The Temptations (1965), "Black is black" de Los Bravos (1966) o "The End" de The Doors (1967).
El contexto de las escenas también nos habla de esos años 60, como ese baile que parece un programa de la época, retransmitido por la tele. Genial Juan de Vera en su papel de presentador, por cierto.
En cuanto a la dirección de El desdén con el desdén, corre de mano de Iñaki Rikarte. Y claro, es una maravilla. No sé si recordarás las críticas que publiqué sobre André y Dorine o Solitudes, dos joyas maravillosas de Kulunka Teatro. Pues bien, el director era el mismo. Me ha encantado la frescura con la que revitaliza un clásico del teatro español, un clásico que, a pesar de ser una comedia, podía haberse quedado en un "ay, sí, otro clásico teatral. ¿No hay otra cosa que ver?". Coge un texto que podía pillarnos lejos y, con la ayuda de Carolina África a los mandos del texto, lo convierte en una auténtica delicia para el espectador contemporáneo.
¿Y los actores? Serrano e Illoro se marcan dos protagonistas estupendos, que destilan química los mires por donde los mires. Ella da vida a Diana, una mujer que se cree superior a los demás por el simple hecho de no creer en el amor y que tendrá que vérselas con un espejo de sí misma. Illoro es un Carlos que aterrizó en las carreras un poco por casualidad y con el que Cupido se puso a hacer de las suyas. Ante el desdén de Diana, se las tiene que ingeniar junto con su escudero Polilla (Mariano Escudillo) —desternillantes los piropos que se le ocurren como «Toda la manteca hecha en la sartén a tu blancura llega»— para ganarse el corazón de esa dama aparentemente sin corazón. Divertídisimos los diálogos entre amo y criado en el que el criado demuestra una vez más, como en todas las obras similares, que tiene un máster en asuntos de amores.
Debo decir que me ha encantado cómo la autora ha adaptado el texto de El desdén con el desdén, trayéndolo a la actualidad más actual (valga la redundancia), a pesar de establecer el contexto en unos ficticios años 60, pero hablando sobre temas de plena actualidad (la obra original se enmarca en un supuesto siglo XIII con temática del siglo XVII). Por lo tanto, conserva esa brecha entre la época en la que se enmarca la obra y la época desde y de la que, digamos, se nos habla.
Para que el espectador se sitúe en esos años 60 hay dos piezas clave: la música (a cargo de Luis Miguel Cobo) y el vestuario (de Ikerne Giménez). Aunque personalmente a mí me ayudó más la música a enmarcar el tiempo de la acción. Cobo acompaña momentos de la obra con canciones míticas como "My Girl" de The Temptations (1965), "Black is black" de Los Bravos (1966) o "The End" de The Doors (1967).
El contexto de las escenas también nos habla de esos años 60, como ese baile que parece un programa de la época, retransmitido por la tele. Genial Juan de Vera en su papel de presentador, por cierto.
En cuanto a la dirección de El desdén con el desdén, corre de mano de Iñaki Rikarte. Y claro, es una maravilla. No sé si recordarás las críticas que publiqué sobre André y Dorine o Solitudes, dos joyas maravillosas de Kulunka Teatro. Pues bien, el director era el mismo. Me ha encantado la frescura con la que revitaliza un clásico del teatro español, un clásico que, a pesar de ser una comedia, podía haberse quedado en un "ay, sí, otro clásico teatral. ¿No hay otra cosa que ver?". Coge un texto que podía pillarnos lejos y, con la ayuda de Carolina África a los mandos del texto, lo convierte en una auténtica delicia para el espectador contemporáneo.
¿Y los actores? Serrano e Illoro se marcan dos protagonistas estupendos, que destilan química los mires por donde los mires. Ella da vida a Diana, una mujer que se cree superior a los demás por el simple hecho de no creer en el amor y que tendrá que vérselas con un espejo de sí misma. Illoro es un Carlos que aterrizó en las carreras un poco por casualidad y con el que Cupido se puso a hacer de las suyas. Ante el desdén de Diana, se las tiene que ingeniar junto con su escudero Polilla (Mariano Escudillo) —desternillantes los piropos que se le ocurren como «Toda la manteca hecha en la sartén a tu blancura llega»— para ganarse el corazón de esa dama aparentemente sin corazón. Divertídisimos los diálogos entre amo y criado en el que el criado demuestra una vez más, como en todas las obras similares, que tiene un máster en asuntos de amores.
En definitiva, El desdén con el desdén es una comedia tronchante que acerca un clásico al espectador actual, manteniendo la esencia de la trama, al estilo que la BBC hizo con el Sherlock de Conan Doyle. No puedo dejar de recomendártela. El equipo comienza gira ahora, así que sí llega a tu localidad... ¡no te la pierdas!
Valoración:
¿Dónde y cuándo se representó El desdén con el desdén?
Esta función se representó en el Teatro de la Comedia de Madrid hasta el 7 de abril de 2019.
Si eres de fuera de la capital, probablemente te interese que actualmente se encuentran programados los siguientes bolos:
No hay comentarios:
Imagina...
Tus comentarios también forman parte del blog. Muchísimas gracias por escribirlos; me encanta leerlos.
Si marcas la casilla "avisarme", recibirás mi respuesta en tu correo en un plazo de máximo de una semana. Aunque también puedes volverte a pasar por Devoim y descubrirla tú mismo/a. ¿Qué opción prefieres?
NOTA: La moderación simplemente la tengo activada para que no se me escape ningún comentario porque hace un tiempo, repasando entradas, me di cuenta de que había bastantes que no había leído en entradas antiguas y me dio mucha pena no haberlos visto en su momento.