Lectura quincenal Diciembre 2016
¡Hola, devoimeros!
Hoy vengo con la lectura quincenal del mes (un nombre un tanto contradictorio, pero ya sabéis que es así por tradición). En este caso os traigo uno de los misteriosos relatos que aparecen en uno de los últimos libros que he leído. Está incluido en...
Carcelero de almas
María del Carmen Llopis Fieldman
[...]
Una vez más, Marc se encontraba en un rincón del salón de la casa rural donde se hospedaba la preciosa joven de negros cabellos y mirada perdida.
Era su décima estancia en esta casa, a la que solía ir para descansar y disfrutar del paisaje que tanto le inspiraba.
Volvió a encontrársela allí, siempre aislada, como formando parte del decorado, sin que nadie hiciera ninguna referencia a ella, pero teniendo constancia de su presencia.
Siempre vestía de riguroso negro, lo que resaltaba aún más su esbelta figura. Siempre se sentaba en la misma butaca de madera, sosteniendo cuatro rosas mustias y mirando impaciente por la ventana, como si esperara la llegada de alguien.
No había visto a nadie acercarse o conversar con ella, lo cual era extraño en una mujer tan atractiva. Sus grandes y profundos ojos negros, junto a su dulce sonrisa, lo habían cautivado desde la primera vez que la vio.
Contaban los rumores que en su noche de bodas su marido desapareció y que desde entonces iba todos los días para sentarse en la misma butaca, anhelando ansioso el retorno de su amado, con el único consuelo de las rosas que sostenía en las manos.
[...]
Mientras acababa el último trago de su café matutino, Marc echó una ojeada a la prensa local. Una noticia llamó su atención: Un escabroso accidente se ha cobrado la vida de un joven músico.
–¡Buenos días! ¿Cómo está nuestro pintor favorito? –le dijo el camarero.
–Muy bien, gracias. ¿Sabes algo sobre el accidente anunciado en el periódico? –preguntó.
–Pobre chico, parecía tan simpático...
No insistió en ello y aprovechó para informarse:
–¿Qué sabes sobre aquella joven? ¿Conoces su nombre?
–Te refieres a Cristine –le contestó el camarero.
–¡Bonito nombre! –exclamó y se levantó excitado.
–Te será imposible hablar con ella –le advirtió al ver que intentaba acercarse.
–Yo no..., pero ¿por qué lo dices?
–Venga, no disimules, la chica es guapísima, pero yo en tu lugar intentaría olvidarla.
Marc ignoró la advertencia y se acercó a ella.
–Hola, Cristine, ¿verdad? –dijo tímidamente.
Entonces un angelical rostro se volvió hacia él y una cálida voz le contestó:
–Sí, ¿quién eres?
–Soy Marc, un huésped habitual de esta casa... –contestó aún hipnotizado por la deslumbrante belleza de sus ojos.
–Ya lo sabía. Te estaba esperando. Has tardado mucho en acercarte.
Le sorprendió el hecho de que lo conociera, pero por su fama no le dio importancia.
Pasaron algunos días y entre Cristine y él se establecieron unos lazos que iba más allá de una amistad. Cada día se sentía más irresistiblemente atraído por ella, por lo que despedirse le iba a suponer un gran esfuerzo.
Había pagado la cuenta del hospedaje y habían bajado sus maletas a recepción, quería disponer del resto del día para estar con Cristine.
Oscurecía y disfrutaban de una maravillosa puesta de sol cerca de un lago próximo. Se habían intercambiado números de teléfono y direcciones. Además, habían planeado reencontrarse allí el próximo año; Marc creyó que nunca podría olvidar ese día.
La luz del crepúsculo acrecentaba la brillantez de sus cabellos y Cristine estaba más guapa que nunca. En esos días había experimentado un sorprendente cambio, se había hecho más sociable y había dejado de frecuentar su antigua butaca de la casa rural. Parecía otra persona.
Hacía calor y la visión del lago invitaba a refrescarse. Cristine se quitó la ropa y se adentró en sus aguas. Lo miró sonriendo y él la siguió...
Un año después...
Una joven de mirada perdida estaba sentada en la butaca de madera del salón de una casa rural, sosteniendo en sus manos cinco rosas mustias.
Un joven huésped preguntó al camarero sobre la misteriosa mujer de negro mientras leía en la prensa la noticia sobre la extraña muerte de un conocido pintor.
El camarero, mientras comentaba «ha sido una verdadera lástima...», apuntó el nombre de Marc en una lista que sacó del cajón. [...]
Era su décima estancia en esta casa, a la que solía ir para descansar y disfrutar del paisaje que tanto le inspiraba.
Volvió a encontrársela allí, siempre aislada, como formando parte del decorado, sin que nadie hiciera ninguna referencia a ella, pero teniendo constancia de su presencia.
Siempre vestía de riguroso negro, lo que resaltaba aún más su esbelta figura. Siempre se sentaba en la misma butaca de madera, sosteniendo cuatro rosas mustias y mirando impaciente por la ventana, como si esperara la llegada de alguien.
No había visto a nadie acercarse o conversar con ella, lo cual era extraño en una mujer tan atractiva. Sus grandes y profundos ojos negros, junto a su dulce sonrisa, lo habían cautivado desde la primera vez que la vio.
Contaban los rumores que en su noche de bodas su marido desapareció y que desde entonces iba todos los días para sentarse en la misma butaca, anhelando ansioso el retorno de su amado, con el único consuelo de las rosas que sostenía en las manos.
[...]
Mientras acababa el último trago de su café matutino, Marc echó una ojeada a la prensa local. Una noticia llamó su atención: Un escabroso accidente se ha cobrado la vida de un joven músico.
–¡Buenos días! ¿Cómo está nuestro pintor favorito? –le dijo el camarero.
–Muy bien, gracias. ¿Sabes algo sobre el accidente anunciado en el periódico? –preguntó.
–Pobre chico, parecía tan simpático...
No insistió en ello y aprovechó para informarse:
–¿Qué sabes sobre aquella joven? ¿Conoces su nombre?
–Te refieres a Cristine –le contestó el camarero.
–¡Bonito nombre! –exclamó y se levantó excitado.
–Te será imposible hablar con ella –le advirtió al ver que intentaba acercarse.
–Yo no..., pero ¿por qué lo dices?
–Venga, no disimules, la chica es guapísima, pero yo en tu lugar intentaría olvidarla.
Marc ignoró la advertencia y se acercó a ella.
–Hola, Cristine, ¿verdad? –dijo tímidamente.
Entonces un angelical rostro se volvió hacia él y una cálida voz le contestó:
–Sí, ¿quién eres?
–Soy Marc, un huésped habitual de esta casa... –contestó aún hipnotizado por la deslumbrante belleza de sus ojos.
–Ya lo sabía. Te estaba esperando. Has tardado mucho en acercarte.
Le sorprendió el hecho de que lo conociera, pero por su fama no le dio importancia.
Pasaron algunos días y entre Cristine y él se establecieron unos lazos que iba más allá de una amistad. Cada día se sentía más irresistiblemente atraído por ella, por lo que despedirse le iba a suponer un gran esfuerzo.
Había pagado la cuenta del hospedaje y habían bajado sus maletas a recepción, quería disponer del resto del día para estar con Cristine.
Oscurecía y disfrutaban de una maravillosa puesta de sol cerca de un lago próximo. Se habían intercambiado números de teléfono y direcciones. Además, habían planeado reencontrarse allí el próximo año; Marc creyó que nunca podría olvidar ese día.
La luz del crepúsculo acrecentaba la brillantez de sus cabellos y Cristine estaba más guapa que nunca. En esos días había experimentado un sorprendente cambio, se había hecho más sociable y había dejado de frecuentar su antigua butaca de la casa rural. Parecía otra persona.
Hacía calor y la visión del lago invitaba a refrescarse. Cristine se quitó la ropa y se adentró en sus aguas. Lo miró sonriendo y él la siguió...
Un año después...
Una joven de mirada perdida estaba sentada en la butaca de madera del salón de una casa rural, sosteniendo en sus manos cinco rosas mustias.
Un joven huésped preguntó al camarero sobre la misteriosa mujer de negro mientras leía en la prensa la noticia sobre la extraña muerte de un conocido pintor.
El camarero, mientras comentaba «ha sido una verdadera lástima...», apuntó el nombre de Marc en una lista que sacó del cajón. [...]
¿Qué os ha parecido?
¿Os parece un relato de misterio bien conseguido?
La verdad es que sí parece bueno pero no me llama porque es un género que no suelo leer. Un besote :)
ResponderEliminarHola, Marya:
EliminarEl género de esta novela sí es de misterio, pero no es tan novela negra como los relatos (lo aclaro por si eso influye en tu decisión). ¡Gracias por comentar!
Un saludo imaginativo...
Patt
Mejor no acercarse a ella entonces... Muy buen relato!
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola, Margari:
EliminarEfectivamente. Hay que mantenerse lejos de esa mujer. ¡Gracias por volver a pasarte por aquí!
Un saludo imaginativo...
Patt
¡Hola!
ResponderEliminarMe han gustado muchísimo los fragmentos que has puesto y me han dejado con ganas de más *-* Ya conocía esta novela (y había leído tu reseña) y es que no puede llamarme más la atención >.< En serio... espero desenredarme un poco con los pendientes y darle, por fin, una oportunidad a esta novela porque sé que me va a gustar :')
¡Besos!
Hola, Esther:
EliminarLa verdad es que los relatos que aparecen en esta novela es de lo mejor que tiene. A mí me han gustado mucho, pero este especialmente. ¡Gracias por tu comentario!
Un saludo imaginativo...
Patt
PD: ¿Has leído mi reseña? ¡Hala, qué fuerte! (pausa) Creo que aquí te has confundido con otro blog porque aún no la he escrito... Lo que sí publiqué fue el unboxing de esta novela. Igual por eso se te han mezclado las dos cosas. Pero tranquila, que una lapsus lo tiene cualquiera ;)
Tengo muchas ganas de darle una oportunidad a esta obra *-* No paro de leer reseñas muy positivas, así que espero la tuya, aunque me ha gustado parte del capítulo que has compartido, así que espero no tardar mucho en hacerme con el, porque tiene pintaza.
ResponderEliminar¡Besos!
Hola, Kiera:
EliminarSí que es verdad que esta novela está recibiendo un montón de reseñas positivas, aunque creo que la mía no va a ser de 5 libritos, sino un poquito más moderada. Para leerla ya queda poquito: saldrá a principios de enero. ¡Muchas gracias por volver a pasarte por estos lares!
Un saludo imaginativo...
Patt
Hola, no lo voy a leer porque empece anoche con el libro.
ResponderEliminarBesos
Hola, Yennely:
EliminarEspero que lo disfrutes mucho, entonces. Ya me contarás.
Un saludo imaginativo...
Patt