Lectura quincenal

abril 25, 2014
Corazón de mariposa

Andrea Tomé



Las  palabras de Marcos —pidiéndome desesperadamente que lo escuche— me llegan ahogadas a través del auricular de mi teléfono móvil. Su voz, de pronto metálica, confluye en el aire con los jadeos de mi respiración agitada hasta desaparecer. Me he colgado la mochila de los hombros y he cruzado la puerta del aulario. estoy fuera, en la calle, bajo el cielo gris. Una brisa gélida me revuelve el pelo.

Empiezo a correr. No sé adónde voy. Me pongo los cascos para no tener que escuchar el runrún incesante de mis pensamientos, para dejar atrás sus excusas venenosas, susurradas entre el eco de las calles de Dublín.

Camino sin rumbo por las calles comerciales. Me estoy perdiendo una clase de Crítica Literaria cuya asistencia suma casi un cuarto de la nota final, pero yo solo puedo pensar en los kilómetros, en la distancia y en las despedidas que llegan demasiado pronto. Aún tengo el olor del perfume de Marcos en lo más hondo de mis fosas nasales, como si estuviese abrazándome por detrás, como hacía hace... ¿Cuánto hace que se fue? El líquido salado de mis lágrimas me divide el rostros en tres partes.


Entro en un bar con las paredes revestidas de negro y, en el servilletero metálico, escudriño mi rostro. Mil insultos cruzan mi mente en un segundo: fea, gorda, estúpida, zorra, fracasada, penosa, niñata, patética...

El tiempo pasa muy despacio. Estiro un pie, me acerco al baño. Mis zapatillas de deporte rosas se quedan pegadas al suelo, sucio, al pisar un chicle. Respiro y abro la puerta. Cierro los ojos. No me queda nada.

INVIERNO
"Coge esas alas rotas y aprende a volar"
The Beatles

2.000 calorías

Todos creen que he intentado suicidarme. Probablemente, incluso, estuviesen esperándolo. Quizá porque Marcos acaba de dejarme, porque hace ya un año que papá se fue, porque resultaba inevitable que algún día quisiese cruzar la línea que conduce al infierno. Pero no es cierto. Nada de eso es cierto.

Al coger aquella navaja, después de que Marcos pronunciase las cuatro palabras definitivas («deberíamos darnos un tiempo»), no pensaba acabar con mi vida; ni siquiera era consciente de que eso fuese posible. Solo quería que todo ese odio que llevaba dentro se disipase, fluyese libre como la sangre rojo fresa que corría por mis muñecas.

Y ha ocurrido. He despertado en una habitación blanca como mi futuro, como las vendas que me ocultaban mis heridas, como el rostro de mi hermana, que me miraba con os labios fruncidos en una expresión de desencanto desde la butaca azul de las visitas. Allí sigue ella, escudriñándome con una ceja arqueada. Aquí sigo yo, incapaz de moverme o respirar.

El fluorescente del techo tintinea como una luciérnaga, tiñendo mi campo visual de plateado. Creo que solo llevo unas horas en este lugar, aunque a mí me parece una eternidad.

[...]
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6 comentarios:

  1. Hasta el momento, todas las reseñas que he ido leyendo sobre este libro han sido más bien normalitas. Me llamaba la atención pero, por ahora, no creo que lo lea..
    Besos ^^

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  2. Le tenía curiosidad al libro por el tema que trata, pero las páginas que nos dejado para leer y el fragmento que nos has puesto me han picado mucho más la curiosidad.
    Besos!

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  3. Hola^^
    La verdad es que me llama sobre todo por el tema que trata!
    besos

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  4. Le tengo ganas a este libro así que seguramente sea de mis próximas lecturas.
    Un beso

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  5. Oohh!! Si ya le tenía ganas ahora muchísimas más.
    Besos^^

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  6. Hola! Está entre mis próximas lecturas sin duda alguna, besos!

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