CRÍTICA TEATRAL: La moza del cántaro [CNTC en Almagro]


Texto: Lope de Vega

Versión: Rafael Pérez Sierra

Dirección: Eduardo Vasco

Argumento:

Una dama se ve obligada a vengar una ofensa familiar y, en su huida, se convierte en una criada, en una moza de cántaro, uno de los tipos sociales domésticos más característicos de la España del XVII. Clasificada por Menéndez Pelayo entre las comedias novelescas de enredo, su ambientación y minuciosidad en el relato de una época nos recuerdan a una comedia de costumbres, además de estar en línea con una vigorosa tradición: la de la fémina que rompe moldes y hace posible lo imposible para una mujer, en un mundo de hombres. Pero el tema de la comedia es el amor, como no podía ser distinto en una obra del Fénix, como única fuerza capaz de saltarse el rígido orden social. De nuevo, en su época de senectud, Lope escribe una obra serena y de una tremenda belleza poética, con la que refleja simplemente que nada detiene al amor, que nada lo explica, ni sustituye.

De dama... a recoger agua con un cántaro


En este montaje, Eduardo Vasco ha tomado una adaptación de Rafael Pérez Sierra para hacer una obra magnífica con la joven Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Doña María es una mujer con una gran personalidad y adelantada a su tiempo. A lo largo de la obra, la cortejan hombres de todas las clases sociales por su belleza. Sin embargo, a ella no le interesan. No quiere casarse y eso choca con su naturaleza de dama. Debido a una deshonra dirigida hacia su padre a manos de un hombre del lugar, ella se ve obligada a vengarle debido a que su hermano está en Flandes y su padre está enfermo. Ese crímen la obliga a marcharse para evitar a la justicia. A partir de ese momento, decide convertirse en una plebeya, en una moza que trae agua del río en su cántaro y que se llama Isabel. Trabaja para un hombre con el que se encontró en el camino hacia Madrid y, por el momento todo va bien.

Entonces, Lope abre una segunda historia: la de Ana, una dama que ha enviudado tras dos meses de matrimonio con su marido. Un conde se siente atraído por ella y decide cortejarla con ayuda de su amigo don Juan. Sin embargo, ocurre algo inesperado: Ana se encapricha con don Juan y detesta al Conde. Eso sí, ella no se lo dice al Conde sino que engatusa a don Juan para que venga a verla: como quiere tanto a su amigo, si quiere que el Conde venga a verla, él tendrá que venir con él. Don Juan acepta a regañadientes.

Entonces, un día, don Juan se encuentra en el río y ve aparecer a una moza muy bella y se enamora al instante. Pero ella, Isabel, es huidiza y replica a cada una de sus galanterías con ironías, dejándo siempre su ánimo por los suelos.

La ironía... Este es un recurso patente en esta obra. La podemos ver a cada segundo, en cada diálogo. Sin embargo, hay momentos de la historia y personajes en los que destaca. Doña María/Isabel la utiliza constantemente para evitar caer en el cortejo de don Juan, para disimular su amor, porque, aunque parezca increíble, ella también se enamora. Pero trata de no mostrarlo, trata de no rebajarse a lo que todas las mujeres tienen que hacer: casarse. Y, sin embargo, no puede evitarlo y dae en las redes de don Juan, aunque él no lo sepa. También destaca en una escena muy cómica en la que don Juan, Ana y el Conde se reúnen para recitar poemas acompañados de música. Ana recita uno en el que dice, acompañada por sus criadas:

Amaba Filis a quien no la amaba, (don Diego)
y a quien la amaba ingrata aborrecía; (el Conde)
hablaba a quien jamás le respondía, (don Diego)
sin responder jamás a quien la hablaba. (el Conde)
Seguía a quien huyendo la dejaba, (don Diego)
dejaba a quien amando la seguía; (el Conde)
por quien la despreciaba se perdía, (don Diego)
y a el perdido por ella despreciaba. (el Conde)
Concierta, Amor, si ya posible fuere,
desigualdad que tu poder infama:
muera quien vive, y vivirá quien muere.
Da hielo a hielo, Amor, y llama a llama,
porque pueda querer a quien la quiere
o pueda aborrecer a quien desama.

Todo esto, lo hace con un soniquete de piano muy especial. Con una entonación muy especial... que llama a las risas de todo el teatro.

Uno de los personajes que destaca sin duda y que hace las delicias de los espectadores es Pedro, una lacayo muy peculiar. Es bruto, pero a la vez es como un niño. Su manera de hablar, de moverse, enseguida produce risas en el público. Además, Julio Hidalgo, el actor que le da vida, lo hace de una manera muy natural y cómica. Es un papel difícil, pero él lo borda.

Las expresiones de todos los actores están muy bien logradas. Exageradas, pero al mismo tiempo naturales, para que el espectador lo entienda. La tensión de algunas escenas es una de las cosas que más llaman la atención. Por ejemplo, la declaración de amor que le hace don Juan a Isabel, mientras que a ella se le caen las lágrimas, pero después... ella reacciona y le esquiva. También está el momento de la despedida, en la que los dos amantes tienen que hacer lo que no desean. Y como esos, aún se podrían nombrar más...

Las coreografías no son difíciles, pero son originales. Al igual que el montaje. Con esta obra se podrían haber hecho muchas cosas, pero el montaje de Vasco es espectacular, muy cercano al espectador. Y el texto ayuda. Hacía mucho que quería ver esta obra y no me ha decepcionado. Te atrapa desde el primer segundo y no te suelta hasta que se apagan las luces y los actores vuelven a convertirse en personas reales, que saludan al público. Es una de las mejores obras de la temporada, eso sin ninguna duda.

Por supuesto, aquí tenéis la puntuación del teatrómetro:


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Imágenes de la obra


Don Juan (Francesco Carril) e Isabel (Mamen Camacho)


¿Dónde puedo ver la obra?

En el festival de Teatro Clásico de Almagro: 7 - 11 de julio de 2010

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