Lectura quincenal

septiembre 07, 2009
Historias de Eilidh: Las puertas secretas

Lucía González Lavado


INTRODUCCIÓN

La oscuridad se cernía sobre Corín. De nuevo, tras tres años de calma, aquellas terribles pesadillas volvían a hacer acto de presencia, pero ahora estaba dispuesta a adelantarse a aquello que el futuro le deparaba. Sin dudarlo, empezó a caminar.
Poco a poco la vista se le fue acostumbrando a la oscuridad. Se encontraba en el interior de una gran casa, el suelo de madera crujía bajo sus pies y un largo pasillo se extendía ante ella.
El corazón le palpitaba con frenesí, las manos le sudaban ligeramente y sus piernas amenazaban con hacerla caer. Conforme avanzaba su respiración se agitaba mucho más y el brazalete, esa joya que tres años atrás se había adherido a su brazo derecho como si fuera un órgano más de su cuerpo, le ardía. Se lo sujetó, acariciando el frío objeto de líneas plateadas que se entrecruzaban hasta casi alcanzar el codo, y que iba adornado por bonitos cristales en distintos colores. Sin duda, a ojos de cualquier persona, era un brazalete precioso, pero para quienes sabían qué era en realidad, se trataba de un arma de doble filo.
Corín gimió. Las punzadas aumentaban y cayó al suelo. De repente una risilla la hizo mirar al frente; allá donde su vista no alcanzaba, había algo más y entonces advirtió un movimiento.
Una persona muy pequeña se movió hacia la izquierda y tiró de las negras cortinas dejando entre ver algo de luz cayendo sobre él: era un niño que no tendría más de seis años. ¿Qué hacía un niño tan pequeño en un mundo que pertenecía al Clan de las Brumas?, ¿a un grupo de personas dotadas de excepcionales poderes, pero también de corazón marchito?
El niño volvió a emitir otra risilla y corrió.
Corín, con mucho esfuerzo se puso en pie y lo siguió, tirando a cada paso de los cortinales que quedaba a su izquierda dejando que la luz se filtrara. Su atención estaba tan pendiente en el niño que no miraba el exterior y no se había percatado que en el patio trasero de ese lugar, un gran número de encapuchados empezaban a reagruparse.
Finalmente el pequeño se detuvo. Ya no había donde huir, el juego había terminado.
Corín pensaba tranquilizarlo, hablar con él. Debería estar asustado, tenía que ser prisionero. Únicamente debía conocer una pista sobre ese lugar e iría a rescatarlo, para eso servían las premoniciones y además en esta ocasión se encargaría de matar a todos aquellos que creía extintos. Pero cuando se dispuso a hablar, el niño se asomó demasiado a una ventana.
—¡No! —espera—. ¡Ten cuidado, podrías caer y hacerte daño!
El crío mostró terror y de repente una mano surgió de una sombra que lo empujó.
Cuando Corín llegó a la ventana lo encontró mal herido.
Con mucho cuidado y ayudándose de las lianas que casi cubrían toda la casa, bajó hasta él. Arrodillada a su lado observó su herida y posó su mano en su frente. En ocasiones miraba por encima de su hombro. Se sentía observada y percibía que a su alrededor estaba ocurriendo algo más que escapaba a sus sentidos… eso, lo que sucedía, no era una premonición como tantas veces había vivido, resultaba mucho más real…, pero eso no podía ser, o quizá sí.
De repente una mano se cerró sobre la suya. Sin percatarse de ello había sanado la herida del chico, éste se había aferrado con fuerza a su brazalete provocando que le quemara más que nunca.
Entonces, de las sombras emergieron encapuchados a la vez que el suelo temblaba. Bajo Corín se abrieron grandes grietas, la chica pensaba que iba a caer cuando de las aberturas emergieron dos garras que la tomaron de la cintura.
Poco a poco esa criatura fue brotando. Cuanto más contacto tenía Corín con él, más débil se volvía, algo que también le ocurría al ser. Era un engendro de piel rojiza, muy fuerte, dotado de gran musculatura y alas negras como el carbón. Poderosos cuernos rompían en su abultada cabeza y su mandíbula se abría haciendo gestos de dolor. Era como si el mero contacto con la chica le quemara, pues humo surgía entre ambos.
Corín presintió que eso se debía al brazalete, al poder purificante que ella emanaba; sin embargo, su cautivo no la soltaba. Forcejeó a pesar de su débil estado, pero todos sus movimientos fueron frustrados por un intenso dolor que acometió todo su cuerpo. Con los ojos a rebosar advirtió en el niño de mirada gris, fría como el hielo, fija en la joya, allá donde sus manos lo manipulaban y tiraban de uno de los cristales.
—¡Para, por favor! No lo hagas, no está bien. Yo te libraré de ellos, pero no toques los cristales.
El niño sonrió y desincrustó el cristal. Al instante fue absorbido por una gran nube negra.
El demonio rojizo dejó caer a Corín que se encogió sobre sí misma. Sentía movimiento a su lado, gente que se acercaba y estaba segura que eso no era una premonición, que era real, que de alguna manera había sido trasportada a ese lugar e iba a morir allí.
Entonces recibió una fuerte patada en el estómago que la hizo girar quedando boca arriba. Entre las lágrimas reconoció a un enemigo que ya osó quitarle una de las piedras: Medianoche.
Era un hombre alto, delgado, muy pálido. Todos los huesos de su rostro quedaban marcados y sus ojos eran tan negros como el carbón.
Corín, en un movimiento instintivo protegió la joya de su brazo, cuando al fin vinieron las plumas. El cielo fue surcado por su caballo alado, su protector; el que además poseía un cuerno de gran poder y del que todos huían.
Con esa imagen, la de Liseli, surcando los cielos de un mundo gobernado por una luna roja, que a su vez, poseía tres astros amarillos que giraban sobre ella, se desvaneció del lugar.

4 comentarios:

  1. Oh, ¡genial! ¡Me he encantado! Qué bueno ^^ ¿En qué consisten las lecturas quincenales? ¿Publicas fragmentos de libros o fragmentos tuyos?
    Saludos, Patt! :)

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  2. Hola Patt! No sabía muy bien dónde dejarte el primer coment, así que he elegido este post jeje. Me gusta mucho el diseño que le has dado al blog. Y más literario no puede ser sin duda. Hay reseñas de libros, concursos (lástima que a mi el Jordi no me sirva... snif!), webs, los libros que te vas leyendo y los que están por venir... bueno, seguiré echando el vistazo, sé que me lo tomo con calma, pero volveré por aquí bien pronto. saludos de Liz B.

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  3. ¡Hola!

    > O_o ¡Al final te has pasado! weeee xDDDD ¡Qué felicidad! ^^ Me alegro de qe haya gustado... :P
    Las lecturas quincenales consisten en que dos veces al mes cuelgo un relato, una poesía o un fragmento de una novela. Pueden ser mías o de otros autores... Creo que aquí hay colgadas dos o tres mías... ^^

    > Que... ¿qué? O_____O
    Isu, definitvamente, te volviste loca xDDD ¡Gracias!

    > ¡¡¡Liz vinooooo!!! Y le gusta mi blog... jajaja
    No te preocupes por tomartelo con calma, mujer xDDD Aquí está el blog y no se va a mover.. ^^

    Gracias a las tres por comentar... ^o^

    Patt

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