A veces, hay que quedarse haciendo lo que uno sabe hacer
Julio César
William Shakespeare
Dirección: Paco Azorín
Argumento:
Todos los expertos en Shakespeare coinciden en que el lenguaje de Julio César es tosco y directo, alejado seguramente de la riqueza estilística propia del dramaturgo inglés. Estoy convencido de que dicha austeridad verbal le confiere a la pieza una fuerza y una violencia poco común sobre el escenario. Me gustaría poner el acento de nuestro montaje precisamente en las palabras, en su fuerza poética y evocadora, y, de manera muy especial, en su capacidad provocadora, en su capacidad potencial para modificar el ánimo y alterar la conducta de los que las escuchan. Una manipulación, la verbal, que casi siempre está al servicio del más fuerte, del que ostenta el poder, y que casi nunca está al servicio del pueblo, es decir, de nosotros.
Hay veces en las que una obra, con el elenco que tiene, promete mucho. Y sin embargo, te deja frío. El Julio César de Paco Azorín es un claro ejemplo.

Sigamos con el elenco...
José Luis Alcobendas da vida a Casio, el hombre que inicia toda la trama contra el César. Un hombre según parece no muy corpulento, pero muy persuasivo. Una "poca cosa" muy peligrosa. Pero volvemos a lo de antes: ¿dónde está la forma de hablar, de moverse que hace falta? Casio no nos llena el escenario. Físicamente no es mucho, pero como urdidor tiene que serlo y eso se tiene que transmitir.
"Et tu, Brute?". César
Ésta es la famosa frase que le dice César a Bruto cuando éste se descubre como parte del complot urdido para derrocarle y lo apuñala. Traducido, sería: "¿Tú también, Bruto?" Y mi pregunta es: ¿y el "también" dónde está? Una frase tan mítica, ¿y la dejan en "¿tú... Bruto?" Algo así le diría a Tristán Ulloa. ¿De verdad tú eres Bruto? Volvemos al tema de la presencia y el carácter. Ulloa consigue acercarse un poco más a la personalidad de alguien como Bruto, un hombre que por el bien de Roma, por principios, decide asesinar a su líder. Pero no termina de cuajar tampoco. Eso sí, como punto a su favor, me gustaría mencionar ese grito desgarrador que lanza después de que César muera. Esa parte de su actuación sí que la aplaudo. Sin música o sonido que lo complemente, consigue llenar el aire con su lamento y transmitir puro dolor.
Esto es lo que no consigue Sergio Peris-Mencheta como Marco Antonio. Es cierto que en su discurso para movilizar a Roma en favor del César, el actor pone cuerpo y alma, pero si no fuera por el complemento sonoro de las voces de los romanos, se quedaría en poca cosa. ¿Y el físico del actor? Puede que es que en mi memoria esté fuertemente arraigada la imagen de Richard Burton como Marco Antonio en Cleopatra, pero desde mi punto de vista, por muy modernizada que se quiera pintar la obra, un hombre moreno, con mucha barba y con melena -que con gafas recuerda a los hippies- no me termina de cuadrar con la imagen del personaje histórico de Marco Antonio. Y para reafirmar esta idea, no hay más que mirar el busto que se guarda en los museos vaticanos.
Por último, hablando de la puesta en escena, por muchos montajes "modernizadores" que vea, no termina de convencerme eso de que personajes de la antigüedad -romanos en este caso- aparezcan en traje, incluso con una especie de chaleco antibalas en las escenas de guerra. ¿Y esa combinación con la toga romana? Chirría. Pero luego volvemos al mismo tema de siempre: si uno moderniza, moderniza todo, no solo el vestuario. No tiene sentido que Casio aparezca con un chaleco con fundas para pistolas luego venga diciendo palabras típicas del teatro del XVII español como "agravio".
Por otro lado, añadir contenido audiovisual tampoco soluciona lo de la "modernización" porque eso debería añadir algún tipo de significado a lo que está ocurriendo en el escenario: los gritos de los actores que aparecen proyectados se pueden entender, pero, por favor, que alguien me explique qué significaban las caras de unos ancianos que no se sabía quiénes eran.
En definitiva, por si no ha quedado lo suficientemente claro, este montaje de Julio César intenta funcionar con todas sus fuerzas. Los actores se mueven, corren, gritan, incluso se suben a los decorados como monos, pero no consiguen transmitir fuerza ni sentimiento. Y es una pena porque de esta obra Shakesperiana -sí, ya sabéis que soy una gran amante del dramaturgo inglés- se podía conseguir mucho más.
La puntuación del teatrómetro:
¿Dónde y cuándo representan Julio César?
En el teatro Bellas Artes, desde el 22 de enero hasta el 2 de marzo de 2014.
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A mí tampoco me suelen convencer estas versiones de los clásicos modernizadas, por ejemplo la de "El sueño de una noche de verano" de Helena Pimenta.
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