Lectura quincenal

noviembre 06, 2011
Después de mucho tiempo sin poner ninguna lectura, vuelvo a la sana costumbre del blog, poniendo el comienzo del relato ganador del "III Premio Opticks Plumier de Relato Corto". Y sin más dilación...

Congélame, mi amor

Marta Sánchez Galíndez


El coronel Lucio Contreras y Malvina cenan en el sótano de la casa. El coronel es consciente de que Malvina está perdiendo la memoria. La memoria es como una caja llena de mariposas que dan vida a la oscuridad. Cuando esta caja se abre, aunque sea una pequeña rendija, las mariposas escapan dejando sólo tinieblas. A Malvina todavía le quedan algunas bellas mariposas en sus circunvalaciones cerebrales, pero poco a poco todas van encontrando una grieta por la que escapar. El cornel Contreras sabe que no puede esperar más: es ahora o nunca, ahora que Malvina todavía es consciente de lo que significa la palabra matar.
Malvina mira a su marido. Están cenando en el sótano, entre trastos, tuberías y muebles abandonados, utilizando como mesa un tablero colocado sobre unos caballetes. En ese momento no tiene muy claro quién es ese militar con quien está cenando. Le resulta familiar, pero a ella no le gustan demasiado los militares. Y además, en el sótano hace frío.
-Escúchame, Malvina. Tienes que hacerme un favor. -El coronel Contreras suda a pesar del frío, y se estira el cuello del uniforme.- Tengo cáncer y pronto empezaré a padecer fuertes dolores. Me moriré. No quiero pasar por eso. Mira, -Se anima de repente y saca un papel doblado del bolsillo-, mira lo que he encontrado en Internet. Hay empresas que te congelan para que vuelvas a la vida dentro de doscientos años. ¿Sabes lo que eso significa? Que dentro de doscientos años me podrán curar. Pero no quiero gastar nuestro ahorros; quiero que sean para ti. Por eso esta noche necesito tu ayuda.
Malvina escucha al coronel con recelo. A ella el que de verdad le gusta es ése que sale en la tele después de comer, ése tan guapo y que le dice esas cosas tan bonitas con acento extranjero.
-Mira Malvina. Ahora me sentaré en esa silla que está subida en la tarima, junto al congelador abierto. Me sentaré de espaldas. Sólo tienes que coger la pistola y disparar, como te enseñé. Déjame que caiga en el congelador. He dejado a nuestro notario una carta con todas las instrucciones, para que no te tengas que preocupar. Pobre Malvina, -Lucio Contreras acaricia con ternura la cara pálida y arrugada.- Alguien cuidará de ti.
[...]


! Os recomiendo que os leais el final. Es impactante. Aquí os dejo el enlace. Tenéis que avanzar hasta la página 80 del documento :)

1 comentario:

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