La realidad supera la ficción

febrero 11, 2013
Mitad y mitad

Jordi Sànchez y Pep Anton Gómez

Dirección: Pep Anton Gómez

Argumento
Una madre con ya demasiados años, una embolia, una gripe y muy pocas ganas de morirse; un hijo cercano a los 50 con una mujer posesiva y medio calva, una empresa que se hunde y una jubilación que se aleja, que se aleja; otro hijo de 42 que la cuida, la baña, la peina y casi la mata (a la de la embolia); una testigo de Jehová que los visita cada miércoles; muchas libretas y pocos ahorros; una casa que hay que vender “¡pero, ya!”; y una noche interminable repleta de secretos inconfesables que acaban saliendo a la luz y provocan la confesión más cruda de la función: “Juan, yo creo que no quiero a mamá.”, le dice Carlos a su hermano. “Pues mira que si se cura...”, le contesta Juan a su vez. Y, como no quieren que se cure, por su bien, para que no sufra, porque esto ya no es vida ni es nada, empiezan a idear maneras de ayudarla, de darle un empujoncito. De matarla. Y aparecen nuevos elementos: una cuerda, y una lámpara, y ventanas abiertas, en invierno, bien abiertas, y un cojín, y pan, una miga de pan... Y miedo, mucho miedo. ¡Que matar no es tan fácil, coño! Y la luz del día empieza a despuntar, y se acaba el tiempo, y lo haces tú o lo hago yo, y no lo hace nadie, y una gran sorpresa final, y... ¡ah, sí! Y timbres, muchos timbres.

Eso es MITAD Y MITAD. Una comedia, claro.
Como se dice en la sinopsis oficial, Mitad y mitad es una comedia. Y, efectivamente, utiliza los mecanismos apropiados para arrancar carcajadas al público. El primero que se nos muestra es, claro está, el elenco, que aparece en el cartel de la obra. Fernando Tejero da vida a Juan, ese hombre de 50 años que, empujado en principio por su mujer, comienza la conversación sobre la herencia, de la que por supuesto quiere sacar tajada a pesar de presentarse bajo esa máscara de persona justa y ecuánime. Pepón Nieto, por su parte da vida a Carlitos, el hermano de Juan, que al principio parece comportarse como un "tonto" por su forma de hablar y de no enterarse de las cosas, pero que en realidad no es tan tonto. Ha cuidado de la madre de ambos durante quince años y espera su recompesa.

Hasta aquí bien. Sin embargo, ahora llegamos al aviso que he de dar: esto es teatro comercial y, para ser más precisos, teatro comercial no bien hecho. Tejero tiene un par de problemas con el texto y no resulta natural. Nieto se mete de lleno en su papel de hombre nervioso, pero de tanto que se mete cae en la sobreactuación. Queridos actores de televisión: el teatro no es la tele y hay que hablar y moverse de forma diferente. Por eso, aviso a los espectadores de un teatro hecho por actores (y demás personas) que viven por y para el teatro que esta obra no está en ese grupo (y que conste que con esto no estoy diciendo que el teatro comercial no pueda ser buen teatro). Eso sí, lo que sí resulta interesante es el espectáculo en sí mismo y no me refiero únicamente a la obra sino al público que acude a ver la obra. Durante la función, el público se lo pasó de lo lindo: reían y comentaban la obra con sus allegados y eso daba al patio de butacas de La Latina una atmósfera especial.

Y hasta aquí lo que tengo que decir del montaje porque no creo necesario hablar sobre la escenografía o la dirección por separado; ambos elementos responden y encajan con el tipo de teatro anteriormente expuesto.

Sin embargo, me gustaría realmente hacer una pequeña reflexión sobre el argumento. Hace un tiempo, comenté en otra crítica (creo recordar que fue en Mejorcita de lo mío) que los temas duros es mejor enfocarlos desde el humor y lo mantengo. En Mitad y mitad se nos habla de cómo reparten dos hermanos la herencia de una madre que ni les quiere ni es querida. Por tanto, lo que desean los dos hijos es que se muera cuanto antes para poder disponer de la herencia. Puede ser que alguno de ustedes al leer esa última frase hayan murmurado escandalizados, pero ¿saben que les digo? Que la vida es así y eso es lo triste. Lo "normal" (y escribo la palabra normal entre comillas porque ya hace un tiempo que decidí que esta palabra no se debe usar tan a la ligera porque, digánme, ¿qué es normal?) sería que al morir un padre o una madre, los hijos de lo único que se preocuparan fuera de llorarle y de enterrarle/incinerarle con decencia. Sin embargo, ¿qué ocurre? Que de las primeras cosas de las que se hablan (especialmente cuando hay varios hijos, porque si solo hay un heredero no tiene con quién pelearse) es de la herencia y de qué parte corresponde a cada uno. ¡Hombre, por favor! Y lo peor es que las discusiones sobre la herencia pueden dar lugar a las situaciones más surrealistas que se puedan imaginar. Y es una pena.
El texto de Mitad y mitad ilustra ese (sur)realismo de forma ejemplar, por lo que si lo que quieren es reírse a carcajadas de la triste realidad, por favor, vayan, vayan.


La puntuación del teatrómetro:

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¿Dónde y cuándo representan Mitad y mitad?

En el teatro La Latina, del 3 de febrero al 31 de marzo de 2013.

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