Una obra con buenas pretensiones [CRÍTICA TEATRAL]

junio 10, 2016

Tom en la granja

Michel Marc Bouchard
(versión de Line Connilliere y Gonzalo De Santiago)

Dirección: Enio Mejía

Argumento:

Después de la muerte accidental de su novio, Tom viaja al campo a conocer a su familia política, unos perfectos extraños para él. En este ambiente austero y rural, Tom se encuentra enredado en una historia donde los sinónimos son una declinación de las mentiras. El novio amado - el amigo, el hijo, el hermano, el hombre muerto que no se puede nombrar - ha dejado tras de sí una maraña de mentiras y falsas verdades que, de acuerdo con sus propios diarios de adolescencia, eran esenciales para su supervivencia.

La homofobia no es un tema que se trate habitualmente en la cartelera teatral y menos de una manera tan directa. Es la primera vez que Tom en la granja se interpreta en un teatro en castellano y viene pisando fuerte, probablemente debido a la película homónima que dirigió Xavier Dolan y que se estrenó en 2013, ganando el Premio de la Crítica FIPRESCI en el Festival de Venecia 2013.

La primera parte de la obra nos presenta a Tom (Gonzalo De Santiago), un publicista de la gran ciudad, que acude al entierro de su novio en su pueblo natal. Allí tiene que lidiar con la madre de éste (Yolanda Ulloa), profundamente católica y que desconoce que su hijo era homosexual y por tanto de su relación amorosa con Tom, y con el hermano (Alejandro Casaseca), un hombre rudo y violento que sí lo sabe, pero que no quiere que su madre se entere. La madre invita a toma a quedarse unos días y el personaje de Casaseca pretende que Tom participe en una farsa, alegando que su hermano difunto tenía una novia (Alexandra Fierro) que solo habla inglés, que fuma mucho y a la que le encanta la pasta.

Al principio, Tom encuentra descabellada la idea y pretende marcharse, pero la amabilidad de la madre de su novio fallecido lo convencen para quedarse y ayudar al hermano en las tareas de la granja, que resultan ser de su agrado y en las que se desenvuelve sorprendentemente bien.

Hasta aquí, todo parece correcto y el conflicto está servido. Gonzalo de Santiago nos hace partícipe de las dudas de su personaje mediante monólogos interiores breves o simples comentarios que declama en forma de aparte hacia el espectador. A los otros dos personajes los conocemos por sus acciones: Yolanda Ulloa menciona varios episodios de la biblia y Alejandro Casaseca se nos presenta como un hombre violento que desfiguró la cara del primer novio de su hermano cuando solo tenía 16 años.

Y sin embargo, según la acción avanza, comienzan a asaltarme preguntas y empiezo a alejarme de la historia. No conozco la versión original, por lo que desconozco las licencias que se hayan podido tomar los autores de esta adaptación. Aunque suene mal decirlo, creo que es lo justo mencionarlo.

No comprendo por qué un personaje como Tom de pronto se vuelve un pusilánime y se deja maltratar salvajemente por el personaje de Casaseca y al mismo tiempo siente una atracción morbosa hacia él (imagino que porque le recuerda a su novio muerto). No entiendo por qué aparece la supuesta novia del difunto en la última parte de la obra cuando realmente no se la necesitaba para nada a la hora de provocar el clímax de la obra. No atisbo a comprender exactamente la relación o metáfora que pretende haber entre Tom, Jesucristo resucitado y el primer novio del hermano difunto. Y aún entiendo menos la decisión final que toma Tom cuando escapa del maletero del coche.

La escenografía sin embargo me ha parecido un acierto. La capacidad de crear tres escenarios diferentes con los mismos objetos colocados de manera diferente me ha resultado atractiva y compacta.

De las actuaciones me gustaría destacar la de Alejandro Casaseca, que da vida a un hombre que se las da de muy macho, pero que probablemente esconde debajo a un homosexual reprimido. Consigue dar vida a un personaje muy rico en matices, saltando entre estados de ánimo completamente distintos de forma muy rápida. A pesar de representar a una persona éticamente despreciable, como personaje se vuelve muy atractivo.

La Cuarta Pared, como de costumbre, no decepciona en su montaje y en la calidad de sus actores, pero presenta una historia que, particularmente, no se termina de sostener o comprender bien. En cualquier caso, Tom en la granja resulta una obra necesaria en cartel y que, a falta de otro plan más interesante, perfectamente puede ser la razón por la que reunirse con los amigos una tarde-noche.

Valoración:

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¿Dónde y cuándo se representa Tom en la granja?

En el teatro Cuarta Pared del 2 al 18 de junioDe jueves a sábado a las 21h.

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