"El teatro tiene veneno" [CRÍTICA TEATRAL]

marzo 04, 2014
El viaje a ninguna parte

Fernando Fernán Gómez
(Versión de Ignacio del Moral)

Dirección: Carol López

Argumento:

Basada en una novela de Fernando Fernán Gómez, El viaje a ninguna parte cuenta la decadencia y muerte de una compañía de teatro ambulante que viaja por los pueblos de la España profunda en los años 50, representando obras del repertorio cómico en cafés, casinos o plazas.
El viaje a ninguna parte es una crónica del cambio de los tiempos, de la desaparición de una forma de ejercer la profesión, arrinconada por el auge del cine, la radio y otros entretenimientos, y también un retrato de la vida rural en plena dictadura franquista, en unos tiempos de hambre, miseria y pobreza espiritual y cultural, poblado por unos personajes, medio artistas, medio pícaros, que aman y odian su oficio a partes iguales.
Es un texto lleno de humor, melancolía y humanidad; un homenaje al teatro y a los cómicos, que fue llevado al cine, pero que, por la naturaleza de su argumento, encuentra en el teatro su destino natural.

Hace un par de semanas fui a ver la adaptación teatral de la novela de Fernando Fernán Gómez. No he visto la novela ni la película que se hizo en su momento, de modo que no tenía ninguna referencia sobre de qué iba la historia ni sobre cómo se podía adaptar.

Esta historia nos presenta una compañía de cómicos que van de pueblo en pueblo (sin ningún destino, simplemente recorriendo España) buscando bolos y representando su retahíla de obras. Sin embargo, se encuentran con que la gente ya no está tan interesada en su teatro ambulante porque tienen otros productos más atractivos. Por un lado, tienen el teatro universitario (como La Barraca de García Lorca) que iba de pueblo en pueblo tratando de formar a la población española. Aunque también eran compañías ambulantes, no cobraban al espectador. Por otro lado, tenían al cine, su competencia más obvia. En el momento de la historia de España representado por esta obra se trataba también de cine ambulante.

La historia comienza con la llegada de Carlitos Piñeiro a la Compañía Iniesta-Galván. Viene de Galicia, donde ha vivido toda la vida con su madre (de la que ha tomado el apellido), a pasar una temporada con su padre, de quien sabe de su existencia, pero al que nunca ha visto. Carlitos es un chico de provincias, bastante inculto, que apenas sabe leer, que quiere trabajar de administrativo porque cree que es lo que mejor futuro le va a dar y que cree que ser artista es una tontería. Tamar Novas es quien le da vida y, con su postura arqueada, las manos en los bolsillos y su acento, consigue meterse en la piel de alguien que como aceite en el agua no consigue adaptarse a la vida de los cómicos.
"Sé de cuentas. Sé hasta dividir". (Carlitos Piñeiro)
En la compañía, Carlitos se encuentra en primer lugar con su padre, Carlos Galván, que está interpretado por Antonio Gil. Desde el principio, el padre trata de conseguir que su hijo se integre en el oficio y que aprecie su trabajo y el del resto de la compañía. Incluso convence a su novia para que abandone su cuarto y así poder dormir con su hijo para que ambos se conozcan mejor.

Pero en la Iniesta-Galván nos encontraremos con otros personajes...

Por un lado está el abuelo de Carlitos, Arturo Galván (padre de Carlos), interpretado por Miguel Rellán. Es un hombre que ha trabajado toda su vida en el teatro y que no sabe hacer otra cosa. Es el que trata de explicar a su nieto en qué consiste el teatro:
"El teatro tiene veneno". (Arturo Galván)
Esa simple explicación es la que se aprende Carlitos y es la que repetirá a lo largo de la obra. Y, al final, tanto Arturo Galván como Julia Iniesta, la mujer veterana de la compañía, serán los que demuestren que es cierta: después de toda una vida en el teatro, ellos no podrán probar nada nuevo porque el teatro les ha "envenenado", les ha llegado hasta el tuétano de sus huesos y es su forma de vida.

Completan el reparto, por un lado, Andrés Herrera que da vida tanto a Maldonado —otro de los miembros de la compañía— como a Solís, el peliculero —la máxima competencia de la compañía; el hombre que va de ciudad en ciudad con sus rollos de película. Junto con la de Novas, es de las actuaciones que más me convenció del montaje y su mérito tiene al dar vida a dos personajes totalmente diferentes.
MALDONADO:
Que nada de días de fiesta, que está muy oscuro.

CARLOS GALVÁN:
Pues habrá que darle las gracias al cura.
Y, por otro lado, tenemos a José Ángel Navarro dando vida a Ceferino, a Olivia Molina que interpreta a Juanita Plaza y a Camila Viyuela que da vida a Rosa del Valle.

Tras ser adaptada a la radio y al cine, tenía sentido que El viaje a ninguna parte se adaptase al teatro porque esta historia va sobre el teatro, sobre un teatro que parece que se muere, pero que sigue luchando a pesar de las adversidades. En ese teatro moribundo no entran jugadores nuevos y de los que hay, muchos abandonan. El teatro es algo que se vive, que es veneno, que requiere sacrificio, pero que, cuando un actor tiene vocación, consigue verdaderas proezas.

Desde hace ya mucho tiempo, el teatro parece que está en constante extinción, pero ahí sigue. Porque el teatro es algo vivo, algo que no se puede multiplicar como las copias de un DVD, algo que depende enteramente de lo que te transmitan los actores. Y, de alguna manera, la obra de Fernando Fernán Gómez nos transmite eso: ese viaje que va a ningún sitio porque el teatro siempre seguirá siendo lo que es: no crecerá ni se hará más pequeño: seguirá persistiendo para el público que lo alimenta que, aunque no sea tan vasto como el cinematográfico, como el propio teatro, permanecerá al pie del cañón por siempre.

La puntuación del teatrómetro:

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¿Dónde y cuándo representan El viaje a ninguna parte?

En el teatro Valle-Inclán, desde el 14 de febrero hasta el 6 de abril de 2014.

! Para más información, pincha aquí

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