Con 20 años, todos somos héroes

julio 16, 2012

Iván-Off

José Martret / Antón Chéjov

(Dirección: José Martret)

Es increíble lo que se puede hacer en "dos salas de unos 22 metros cuadrados, donde el público está muy cerca de los actores". José Martret ha montado una versión del clásico Ivánov de Antón Chéjov y nos la presenta en el curioso espacio llamado La casa de la portera. Se trata de una vivienda de época situada en el corazón del barrio madrileño de Lavapiés que, hace no mucho tiempo, supongo que bien pudo ser efectivamente la casa de la portera del edificio.
Iván es un hombre que lo tuvo todo en la vida: una estupenda posición social y económica, títulos universitarios, grandes amigos y una esposa a la que amaba. Pero, por algún motivo que ni él mismo logra explicar, su vida da un vuelco. Al cumplir los 35 años, la desesperación, la tristeza, la apatía y el mal humor se adueñan de él. Todos los que le rodean necesitan que vuelva a ser el hombre que era antes y luchan por su regreso, pero la confusión que Iván genera a su alrededor acaba por desestabilizarlos a todos. Nadie es capaz de ponerse a salvo de ese terremoto emocional en el que se ha convertido.
El argumento de Ivánov -y el carácter malhumorado y desesperante de su protagonista- es de todos conocido, de modo que no me voy a detener en eso. Lo que me gustaría mencionar es el giro que le otorga Martret a la obra, rejuveneciéndola y trayéndola a la actualidad. En vez de rublos, los personajes manejan los euros. En vez de trajes de época -a excepción del precioso vestido de novia de Sara-, utilizan prendas modernas. En vez de un lenguaje anticuado, hablan de forma actual -incluso cantando alguna que otra canción popular del siglo pasado y conocida por todos-.
Precisamente, ésta es, probablemente, una de las razones por las que las más de dos horas de espectáculo transcurren en un suspiro. Sin embargo, no, es ni de lejos, la más importante.

Representar una obra en un espacio tan reducido es algo terriblemente complicado, pero que ofrece una posibilidad de interactuar con el público que no se consigue en un teatro convencional. Y, desde luego, en Iván-Off han sabido sacar partido de esta particularidad.
El espectador se siente parte de lo que ocurre en escena en muchas ocasiones; los actores le incluyen y le ignoran según qué circunstancias. 
En este montaje, cambiamos de estancia en tres ocasiones y esos cambios están perfectamente ligados con lo que ocurre en la obra y con sus cambios de espacio. Ésta es la cuarta obra que veo de estas características -unas habitaciones reducidas por las que el espectador se va moviendo- y es la que, a mi ver, mejor ha solucionado el tema de hacer comprender al público que debe levantarse de su asiento para acudir a otra estancia. En cada ocasión, uno o dos actores nos indican directamente que ha trascurrido un tiempo, que estamos en el lugar equivocado y nos invitan a seguirlos a la sala de al lado (haciendo ese cambio en el marco real y tangible).
Pero la relación entre los actores y los espectadores no acaba ahí, sino que ocurre algo totalmente novedoso: dos de los actores nos ofrecen algo de comer en sendas ocasiones. De forma que, a base de un pequeño sándwich mixto y un pepinillo en salsa agridulce, el público sale del teatro merendado y con una sonrisa en los labios.

En cuanto a las actuaciones, aplaudir especialmente el trabajo de David González en el papel de Miguel (primo de Iván) con su ocurrencias ingeniosas a la par de disparatadas; el tono y las miradas de Roberto Correcher en el papel de Constantino (doctor) que intimidan y provocan carcajadas a partes iguales; y la expresividad de Rocío Calvo (doña Bárbara).
Maribel Luis y Germán Torres (en los papeles de Silvia y Carlos Lenya respectivamente) aportan un toque innegable de humor a la obra. La una por lo tacaño que es su personaje y su obsesión por la mermelada de grosellas y el otro por la de comentarios chistosos que no para de incluir en su diálogo.
María Salama en el papel de Ana (esposa de Iván) aporta el punto dramático a la obra con su enfermedad y su desengaño. Javier Delgado (Mateo - Conde y tío de Iván) se convierte en el mediador de los conflictos entre Iván y Ana y sucumbe a los planes descabellados de Miguel.
Cristina Alarcón (Sara Lenya - hija de Silvia y Carlos) es el punto más débil en el elenco. A pesar de su increíble cándidez e inocencia al hablar y de la expresividad de su mirada, en las discusiones, se queda algo falta de fuerza; no modifica el timbre de su voz al cambiar de registro.
El papel de Iván está representado por Raúl Tejón. Consigue trasmitir la angustia y desesperación que siente el protagonista e incluso despertar algo de desprecio en el espectador. Sin embargo, digamos que Iván-Off es un montaje en el que los secundarios brillan sobre el triángulo amoroso del que forman parte el protagonista y sus dos amantes.

En definitiva, se trata de una obra muy cercana -e íntima- y con un montaje y un dominio del espacio extraordinario. Una modernización de un clásico, cuya esencia sigue intacta.

Por último, me gustaría terminar con una felicitación para todo el equipo que ha hecho posible esta obra, ya que he tenido el gusto de verla en su función número 100. Durante los aplausos, los actores soplaron una tarta que conmemoraba esa cifra y, desde Devoim, me gustaría unirme a esa celebración.
Felicidades por haber conseguido ya 100 funciones -con una forma de hacer teatro novedosa y arriesgada- y por haber conseguido que un montaje basado en una obra de Chéjov -siento cierta frustración con las adaptaciones de las obras de este autor- llegue a encantarme.
¡Enhorabuena!

 Puntuación del teatrómetro:

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¿Dónde y cuándo puedo ver esta obra? 

En La casa de la portera (C/ Abades, 24 - bajo derecha) de jueves a domingo.
Precio único: 15 €

Horario:
Jueves y Viernes: 20:30h.
Sábado: 18h y 21h.
Domingo: 17:30h y 20:30h.
! Para más información, pincha aquí

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