CRÍTICA TEATRAL: Un dios salvaje [Teatro Alcázar]


¿Qué pasaría si te comportaras como tus hijos?



Un dios salvaje es la obra de Yasmina Reza que ha sido representada en el teatro Alcázar hasta el pasado 8 de febrero.

Argumento

Un dios salvaje se inicia a partir de una anécdota para luego llegar a cosas más grandes. El encuentro en principio educado entre dos matrimonios que tienen que hablar acerca de la pelea de sus hijos en un parque se complica de forma paulatina en esta comedia.

Críticas externas


"TORMENTO" (Chiquiworld)

La gente se tronchaba en el teatro Alcázar de Madrid. [...] El problema de que esta obra no me haga la más mínima gracia es que me parece de una falsedad insoportable, sacada de contexto e impensable en esta España nuestra tan poco dada a la conversacón de salón y tan cercana al “me-cago-en”. Es una obra que o se adapta tan inteligente y libremente como hizo Flotats con Arte, o se mantiene su ubicación y personajes en Francia, para que así no suene tan rara. No vemos en la obra unos Pacos o unas Marías viendo a ver quien es el que tiene el hijo más animal, sino unos parisinos de los que aquí no se huelen, que en lugar de la clasica agarrada española, comienzan con una disertación en la Academia Francesa, llena de pompa intelectualoide, para acabar en vómitos innecesarios e inexplicable para la trama y para una servidora, discusiones de parejas y rollos afrancesados que aquí ni se dan ni se les espera. Cualquier español sabe que ni los padres se habrían reunido y, de hacerlo, se habrían mandado a la mierda en el segundo 12 de la primera parte. Si esto se le añade unPere Ponce que cree que para ser ejecutivo hay que estar ronco y una Aitana Sánchez-Gijón tan histriónica como de costumbre, la hora y media de la obra y las risas histéricas del respetable, se hacen largas, muy largas. Pero no me hagáis mucho caso. En la encuesta que he hecho, 9 de cada 10 dentistas la recomienda.


Un rotundo batir de tambores primitivos saluda al público antes de que se levante el telón. Este chaparrón de reminiscencias selváticas anticipa la ceremonia catártica que va a tener lugar en el escenario, una escenificación de cómo la cortesía y las convenciones sociales son la máscara bajo la que el ser humano apenas oculta un arsenal de ferocidades afiladas. [...] en el montaje estrenado en el teatro Alcázar, un espectáculo al que no resulta aventurado augurar un gran éxito por una suma de factores que van desde la solvencia y popularidad de su reparto, el vitriólico humor con que retrata situaciones en las que es fácil reconocerse, y la amena ligereza con que se aproxima a diversos asuntos de actualidad e interés social. Un niño le ha partido un par de dientes a otro en un rifirrafe de parque y los padres de uno y otro se reúnen para hablar educadamente del asunto. Los progenitores del agredido reciben en su casa a los del agresor. Ambas parejas parecen competir en un maratón de civismo, tolerancia y corrección política hasta que algo chirría y el armazón de las convenciones empieza a agrietarse por los designios de ese «dios salvaje que nos gobierna desde la noche de los tiempos», como dice uno de los personajes. [...] La diferencia de criterios, la competencia por imponerse a los otros y, progresivamente, los problemas de pareja y la lucha de sexos afloran en el desarrollo de esta tragicomedia cuya carpintería es un punto demasiado evidente. Reza domina un mecanismo percutiente de réplicas, contrarréplicas, gritos, silencios, complicidades y estallidos de violencia perfectamente medido, aunque también previsible. [...] A ello contribuye decisivamente el trabajo de los actores; en este apartado, a mi juicio, sin desmerecer la labor de Maribel Verdú y Aitana Sánchez-Gijón, son ellos, Pere Ponce y Antonio Molero, quienes realizan mejores composiciones, sobre todo el primero, perfecto en la piel del abogado devoto de ese dios salvaje que hace caer las máscaras. Los espectadores se lo pasan divinamente y lo agradecen al final de la función con una copiosa cosecha de aplausos.

Dato
Un Dios Salvaje de Yasmina Reza, interpretado por Maribel Verdú, Aitana Sanchez-Gijón, Antonio Molero y Pere Ponce, cuelga el cartel de “No hay localidades” hasta fin de representaciones el próximo ocho de febrero. La obra ha sido uno de los grandes éxitos de la temporada, tanto a nivel de críticas del público, como de recaudación de taquilla, pues han conseguido vender todos los días la casi totalidad de entrada del teatro. Quien se haya quedado con las ganas de disfrutar de esta sensacional obra, y de la oportunidad de poder ver a grandes artistas del cine sobre el escenario, aún tiene oportunidad a partir del próximo 11 de febrero en el teatro Tívoli de Barcelona, donde la compañía espera estar hasta fin de temporada.


Crítica personal

Tras observar todo aquello que se ha ido publicando por los medios, se pueden encontrar dos claras fronteras respecto a opiniones acerca de esta obra. La primera dice que es una obra que es muy divertida y que el público disfruta mucho con ella. Además, aquellos que opinan esto, afirman que es una comedia muy... que te hace reírte, vamos. Por otro lado, están los que piensan que es un absoluto bodrio y, en mi opinión, ridiculizan a las personas a las que, al contrario que a ellos, les ha gustado como diciendo que son inferiores.

Tras ver esta obra y analizarla, he podido comprobar que su argumento tampoco es que tenga demasiado contenido y fundamento. Aún así, los diálogos son originales y los actores la interpretan, al menos, decentemente. Es cierto que para ninguno de ellos es la obra de su vida, pero al menos la han defendido. También es verdad que hay distintos toques de tensión que están muy bien conseguidos como, por ejemplo, la tensión que crean en el ambiente las constantes llamadas que recibe el personaje interpretado por Pere Ponce. Hay otros momentos... como por ejemplo el cambio que deja ver Verdú en su personaje. Al principio, ella se muestra conciliadora, inocente, compresiva... para, al final, dejar ver que ella es la más "salvaje" de los cuatro personajes en escena.
Hablando sobre el humor, esta comedia no es la más humorística del mundo como los que la hayan visto sabrán. Hay "chistes" que están muy forzados y que lo único que producen es una sensación en el espectador de decir: "¿Aquí hay que reírse?"

En definitiva, juntando todos estos aspectos, más el dato que dice que la obra llenó el tatro y, sobre todo, el precio de la entrada, puedo concluir que Un dios salvaje es una obra normalilla que, dependiendo de cómo te la hallan "pintado", la digerirás de una u otra manera. Sin embargo, no me parece que se merezca un precio de entrada tan caro, ya que no es ninguna genialidad. Es, podríamos decir, una obra que está, tal vez, un poco por encima de aquellas "del montón".


Fotografías de la obra




Pere Ponce, Aitana Sánchez Gijón, Maribel Verdú y Antonio Molero, durante el pase gráfico de Un Dios salvaje.

2 comentarios:

  1. Aquí, en la ciudad de Miami se acaba de estrenar con tan solo tres funciones, lamentablemente esto no es Madrid, Buenos Aires, Londres o New York donde las obras pueden hacer largas temporadas, el dinero para hacer teatro es muy, muy escaso y público no hay mucho. El texto podría considerarse correcto, con los elementos para decir algunas cosas, mostrar otras, ofrecer oportunidades de algún lucimiento a los actores y algunas sonrisas al público. Nada más.

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    Respuestas
    1. Hola, Wilfredo:

      A pesar del corto periodo en cartel, me alegro de que pudieras ir a ver la obra. Veo que coincidimos en que no es la mejor obra del mundo, pero bueno, no siempre se pueden ver obras memorables ;)

      Un saludo imaginativo...

      Patt

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